El caso de Elías Ocampos, carnicero, quien recibió amenazas con balas de fusil, expone una problemática compleja que va más allá de una simple disputa comercial.

Este incidente, ocurrido ayer miércoles 17, refleja tensiones latentes en el sector cárnico de la ciudad, alimentadas por la competencia de precios y acusaciones de prácticas desleales. El análisis de los hechos revela una posible escalada de violencia derivada de un debate económico, con implicaciones que podrían extenderse al ámbito político.
El mensaje amenazante, redactado en portugués y acompañado de dos balas, evidencia un intento de intimidación directa hacia Ocampos. La exigencia de equiparar sus precios a los de otros carniceros, bajo la amenaza de «arrancarle la cabeza», sugiere un nivel de desesperación y agresividad inaceptable en una sociedad que se rige por el estado de derecho. La imagen captada por las cámaras de seguridad, mostrando a un motociclista dejando el mensaje y las balas, confirma la premeditación del acto.
La raíz del conflicto, según Ocampos, reside en la diferencia de precios de la carne que ofrece en su distribuidora, Amambay. Él argumenta que sus precios son accesibles porque faena animales de su propio frigorífico en Zanja Pytá, un establecimiento debidamente documentado y habilitado por Senacsa (Servicio Nacional de Calidad y Salud Animal). Esta declaración busca refutar las acusaciones de competencia desleal que han circulado en la ciudad, aparentemente impulsadas por otros carniceros preocupados por la ventaja competitiva de Ocampos.
La situación se complica aún más con la mención del diputado Santiago Benítez. Ocampos acusa al legislador de instigar a otros carniceros a cerrar su negocio, argumentando que sus precios bajos perjudican al resto. Según Ocampos, Benítez incluso habría expresado públicamente en su programa la necesidad de cerrar su carnicería. Estas acusaciones, de ser ciertas, implicarían un abuso de poder y una injerencia indebida en la libre competencia comercial.
En su defensa, Ocampos afirma haber presentado documentos que justifican sus precios accesibles, buscando así desmentir las acusaciones de prácticas irregulares. Además, se declara autor de un video en redes sociales donde denuncia que otros carniceros traen carne de Brasil sin la documentación adecuada, sugiriendo que las amenazas podrían provenir de este grupo. Esta contra-acusación añade una nueva capa de complejidad al conflicto, planteando interrogantes sobre el origen real de las amenazas y la posible existencia de prácticas ilegales en el sector cárnico.
El incidente en la Distribuidora de Carnes Amambay pone de manifiesto la necesidad de una investigación exhaustiva por parte de las autoridades competentes. Es fundamental esclarecer el origen de las amenazas, identificar a los responsables y garantizar la seguridad de Elías Ocampos y su familia. Asimismo, es crucial investigar las acusaciones de competencia desleal y prácticas irregulares en el sector cárnico, para asegurar el cumplimiento de la ley y proteger los intereses de los consumidores. El debate sobre los precios de la carne debe llevarse a cabo dentro de un marco legal y ético, respetando el derecho a la libre competencia y evitando cualquier forma de intimidación o violencia. La intervención de actores políticos, como el diputado Benítez, debe ser transparente y objetiva, buscando soluciones que beneficien a toda la comunidad y no solo a un grupo de interés. En definitiva, el caso de Elías Ocampos es un llamado de atención sobre la importancia de fortalecer el estado de derecho, promover la transparencia y fomentar el diálogo constructivo en la resolución de conflictos económicos.
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