Disidencia colorada: Velázquez calienta motores y Wiens se enfría

El aspirante presidencial Arnoldo Wiens protagonizó recientemente una visita institucional al Tribunal Superior de Justicia Electoral que, lejos de proyectar firmeza y liderazgo, encendió nuevas señales de alarma dentro del oficialismo disidente.
En lugar de rodearse de referentes que fortalezcan su imagen, Wiens apareció flanqueado por personajes que, según observadores, restan más de lo que suman.
La ausencia total de figuras de peso, como senadores o referentes consolidados del movimiento, dejó entrever un mensaje incómodo: el respaldo dentro del partido no parece estar con él. Aún más, se interpreta como una pausa deliberada de varios líderes que aguardan otra señal, posiblemente de Hugo Velázquez, quien volvió a aparecer en escena política tras meses de bajo perfil.
Esa imagen de Wiens acompañado por un equipo sin anclaje político sólido, habría sido el detonante para un llamado de atención urgente entre los dirigentes más influyentes, quienes comenzaron a insistir en que el «Toro» retome protagonismo. El regreso del exvicepresidente —quien nunca rompió del todo con el escenario político— cobra sentido tras aquella fotografía que, para muchos, simboliza debilidad y falta de rumbo.
Entre los acompañantes de Wiens en aquella cita oficial, resaltó la figura de la abogada Cecilia Pérez, cuya notoriedad ha estado más vinculada a su afán de visibilidad que a una construcción política concreta. Su presencia fue leída como un síntoma de improvisación y reforzó la idea de que el entorno inmediato de Wiens carece de espesor político.
Tampoco alcanza la sola presencia del diputado Roberto González, a pesar de ser una de las voces más resonantes de la disidencia. Su liderazgo, aunque respetado, no logra sostener por sí solo una estructura presidencial competitiva. En la misma línea, Mauricio Espínola, pese a su energía y voluntad, aún no alcanza la influencia necesaria para impulsar una candidatura nacional.
Estas señales han activado viejos reflejos entre dirigentes históricos, que interpretan este escenario como la oportunidad para que Velázquez recupere el espacio que dejó tras su salida forzada. Sin proclamarse candidato aún, ya se mueve con sigilo, pero con fuerza entre las bases, y apunta con claridad a las elecciones municipales, donde se gestan fidelidades reales y duraderas.
Un dirigente consultado tras la aparición de Wiens fue categórico: «¿Ese es el equipo que va a enfrentar a Honor Colorado? Si es así, no tienen chance». La frase resume el desconcierto y la impaciencia que recorren sectores importantes del partido.
Mientras Wiens intenta consolidarse sin resultados visibles, Velázquez emerge como una figura capaz de articular, de convencer y de liderar con el oficio que muchos extrañan. Su retorno no ha sido ruidoso, pero sí certero. Y aunque no lo diga en voz alta, cada paso que da lo instala más firmemente como la opción real para aglutinar a una disidencia dispersa y huérfana de conducción.
Aun sin definiciones oficiales, lo que sí está claro es que el tablero político se ha vuelto a mover. Y en este juego, las próximas jugadas podrían cambiarlo todo.
El Nacional
