Tres años de impunidad: El legado de José Carlos Acevedo marcado por la Injusticia

El 21 de mayo marcó el tercer aniversario del asesinato de José Carlos Acevedo Quevedo, ex intendente de Juan Caballero, Paraguay. La conmemoración, realizada frente al busto erigido en su honor en el Palacete Municipal que ahora lleva su nombre, se convirtió en una plataforma para que su familia y allegados expresaran su profunda frustración ante la falta de justicia y denunciaran la corrupción sistémica que, según ellos, perpetúa la impunidad en el caso.
Ronald Enrique Acevedo, hermano de la víctima y actual intendente, articuló el sentir familiar, manifestando una creciente desconfianza en el sistema judicial paraguayo. Su declaración de que «ya no esperamos la justicia terrenal» refleja un sentimiento de desesperanza ante la aparente inacción e incluso complicidad de las instituciones encargadas de investigar y juzgar el crimen. Las acusaciones de que la «justicia se vende» son particularmente graves, implicando que la corrupción permea las esferas judiciales y socava la posibilidad de obtener una resolución justa para el caso.
Un aspecto llamativo de la denuncia de Ronald Acevedo es la alegación de no haber sido convocado a declarar en los tres años transcurridos desde el asesinato, a pesar de que, según él, tanto su familia como los investigadores tienen «bien clara la película» de lo sucedido. Esta omisión, sumada a su temor a las represalias si denunciaran directamente a los responsables, sugiere una atmósfera de intimidación y un profundo arraigo del crimen organizado en la región. Su afirmación de que denunciar los expondría a ser «vendidos como coquito» pinta un cuadro alarmante de investigadores que, en lugar de esclarecer los hechos, filtran información a los perpetradores, reforzando la impunidad.
La contundencia con la que el Intendente Acevedo describió la carpeta fiscal del caso, afirmando que «un alumno de preescolar la tendría mejor organizada», es un indicio de la negligencia, la incompetencia o incluso la obstrucción intencionada que podrían estar presentes en la investigación. Su acusación final de que los autores materiales y morales del crimen «están por aquí, al servicio del crimen organizado» implica que el asesinato de José Carlos Acevedo no fue un acto aislado, sino una consecuencia de la influencia y el poder que ostentan las redes criminales en la zona.
En conclusión, a tres años del trágico asesinato de José Carlos Acevedo, la familia no solo lamenta la pérdida de un ser querido, sino que también denuncia la persistente impunidad y la corrupción que, según su perspectiva, impiden el acceso a la justicia. La conmemoración se ha convertido en una poderosa llamada de atención sobre la necesidad urgente de reformar el sistema judicial y combatir la influencia del crimen organizado en Paraguay, para evitar que casos como este queden en el olvido y perpetúen un ciclo de violencia e injusticia.
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